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Sobre "Sobre música social y panfletaria y mi metida de pata con Silvio"


(I)

Conocí el trabajo de Mauricio Schwarz con mucho agrado hace varios años en Youtube. Su estilo sobrio, el análisis sistemático y la prolija expresión me invitaron a reproducir uno tras otro de sus videos, a pesar de las normales –necesarias, aun– y hasta insalvables diferencias con mi criterio (cuestiones que no vienen al caso). Lo singular del presente video es que me encuentro ante la ocasión de diseccionar el discurso de Schwarz con herramientas semejantes a las que podría emplear para desmenuzar alguna superstición. Procedo:

» Aunque el autor del video en un inicio amaga varias veces con establecer a qué se refiere con el concepto ‘panfleto musical’, no hace más que asociarlo con las canciones que no hablan de la realidad social más allá de los conflictos emocionales de índole personal. Tal asociación, por imprecisa que resulte, basta para sabotear su argumento toral, ya que luego hace referencia a ciertos compositores, particularmente Gabino Palomares y Silvio Rodríguez, así como a la composición Maldición de Maliche, y les aplica el adjetivo ‘panfletario’ sin mediar más análisis o justificación que una dilatada –no por ello convincente– serie de expresiones casi sinónimas (horrendo, burdo, ofensivo, xenófobo, torpe, oportunista, malo). Esta no es una consideración trivial, dado que tanto a Rodríguez como a Palomares se les reconoce precisamente como prolíficos autores de corte eminentemente social. En el video,
no obstante, se evade a toda costa asumir la carga de la prueba y abordar la pertinencia del término ‘panfletario’ dirigido a ellos. En cambio, Schwarz se muestra sumamente proclive a la descalificación fácil, insípida: a Palomares lo llama con sorna ‘Palomo Gabinares’ y llega a deslizar la teoría grosera (e inexplicable, proviniendo de alguien que dice haber compartido escenario con él por todo el país) de que únicamente habría sido capaz de componer una canción. Sobre Rodríguez apenas atina a mencionar un par de cosas además de la incómoda impresión de impostura que supuestamente le causó, de forma repentina, en su primer encuentro personal; curiosamente una de esas otras cosas que menciona sobre dicho cantautor es que se ‘alimentaba’ de la Revolución, la lucha en Vietnam y los héroes cubanos en el Congo, con lo cual demuele de forma espectacular su argumento inicial.

(II)

» Schwarz, quien nació en 1955, aduce haber tenido algún gusto por la obra de Silvio Rodríguez cuando era muy pequeño (sic); sin embargo, considerando que la difusión de tal obra fue mínima fuera de Cuba hasta un par de años después de la primera actuación de Rodríguez en público –ocurrida en 1967– y que su primer disco, Días y flores, no se publicó sino hasta 1975 –cuando Schwarz contaba ya con 20 años de edad–, la expresión ‘me gustó [...] cuando era yo muy pequeño’, es cuando menos imprecisa y tendenciosa, si no del todo falsa. Tal inconsistencia podría entenderse como un afán (acaso inconsciente) de tomar distancia al máximo de aquello que por alguna razón no evidente le es personalmente inquietante, o acaso no sea más que esa socorrida estrategia de profilaxis contra la sospecha de prejuicio que consiste en aludir a una presunta afinidad ya superada hacia lo que se rechaza.

(III)

» En el video se plantea que la [Nueva] Trova Cubana tuvo un desarrollo poético e ideológico limitado a causa de una servil lealtad al régimen castrista, mientras que Pablo Milanés ‘hacía cosas mucho más desarrolladas’. Mauricio Schwarz ignora (o pretende ignorar) que el cantautor al que le atribuye canciones infinitamente mejores (sic) que las que se produjeron dentro del movimiento de la Nueva Trova Cubana es precisamente uno de los fundadores de dicho movimiento y que además es autor de composiciones tan relevantes para el castrismo como Canción por la unidad latinoamericana y Cuba va (obra colectiva en la que participaron además Noel Nicola y Silvio Rodríguez). Tambien se desentiende del hecho de que Noel Nicola, a quien le dedica más de un elogio (por su obra, no por su aspecto, vale decir), cumplía con todos los méritos que, según su discurso, le permitieron a Silvio Rodríguez el privilegio de viajar por el mundo y ‘acabar en casa de poetas mexicanos’; una prueba de ello sería nada menos el hecho de que la anécdota que presenta, presuntamente ocurrida en México, cuenta con la presencia de Nicola.

(IV) 

» Para no dudar (siquiera un poco) de la verosimilitud de la anécdota de Schwarz tal como la relata en el video hace falta cierta devoción hacia él o por lo menos una percepción bastante cándida de las relaciones humanas, conjugada con desconocimiento tanto de la sicología del relato como de la personalidad de los participantes:

a) la narración que hace Mauricio sobre el momento en que conoció a Silvio Rodríguez (a pesar de no ser espontánea, pues él mismo indica que la había programado días antes) está plagada de vaguedades, puesto que no precisa lugar ni año del hecho o qué canciones fueron las de aquella reunión –tan distintas de su ‘producción oficial’–, no concreta el contenido del discurso de Silvio más allá del insignificante lugar común ‘el huevo y quién lo puso’, y tampoco refiere la respuesta que obtuvo de una personalidad con tan tenaz personalidad tras haberle espetado que a su parecer era básicamente una imitación frustrada de Peter Yarrow; llama la atención que, por otra parte, sí hace una relación detallada de momentos y diálogos en los que se pone a sí mismo como protagonista bien ponderado,

b) es extremadamente inverosímil que una persona en sus cabales le espete a otra –casi una década mayor y socialmente reconocida– en el primer encuentro entre ambas, un juicio producto de una apreciación súbita sobre su apariencia, mucho menos si en el pasado la primera tuvo algún tipo de admiración por el trabajo de la segunda, y menos aún cuando se hallan presentes otras personas,


c) dada la amistad perceptible en los recitales que ofrecían en la década de 1970 de forma conjunta Silvio Rodríguez y Noel Nicola, se antoja muy poco probable que este celebrara con doble entusiasmo –primero en público, luego en privado– la ocurrencia de un desconocido, adolescente
quizá, que exhibía socarronamente una supuesta pretensión de su íntimo compañero de muchos viajes y vivencias,


d) como detalle pintoresco se puede observar que en el relato parece confundirse la persona a quien hizo efecto el licor, pues en primera instancia se atribuye a dos copas una supuesta petulancia de Silvio, y unos segundos después esas mismas copas son consideradas como el factor de la ‘barbaridad’ dicha por Mauricio; desde luego, es posible un tercer escenario en el que cada quien haya bebido justamente ‘dos copas’, pero la ambigüedad de la narración impide validar o descartar escenario alguno.

(V)

» En la sección de comentarios al video en el portal Youtube Schwarz vierte un par de consideraciones que minan aún más su imparcialidad en torno al tema principal. En una respuesta menciona que en el trabajo de Rodríguez hay ‘algunas progresiones armónicas alambicadas sin necesidad ni justificación’, lo cual no puede ser otra cosa que un artilugio semántico para soterrar un llano ‘no me gusta’ (honroso así, sin necesidad de más) bajo una apariencia pomposa. En otra intervención acredita uno de los bulos más rupestres y más fáciles de desmentir en torno a Silvio Rodríguez: sin el menor reparo sostiene que la frase ‘un disparo de nieve’ (que forma parte de la canción Ojalá) originalmente decía ‘un disparo de Nievi’ como supuesto homenaje al francotirador soviético Vasili Záitsev. Cualquier persona con acceso a internet y la disposición de no regodearse en el elemental rumor puede comprobar que:

a) la búsqueda del término ‘Nievi’ en su aplastante mayoría coincide con resultados vinculados con Záitsev pero invariablemente en el contexto de la canción Ojalá (no hay una referencia bibliográfica del sobrenombre o cosa parecida),

b) el término ‘Nievi’ no figura en internet sino hasta 2001, año en el que aparentemente se empezó a propalar el infundio (casi con certeza por algún hispanoparlante),

c) la búsqueda del término ‘Неви’ (‘Nievi’ transliterado a caracteres cirílicos, según debería haberse escrito en la URSS) no arroja hasta la fecha resultado alguno en relación con Záitsev,

d) aun en las primeras grabaciones de Ojalá se puede apreciar la pronunciación ‘nieve’ con suficiente claridad para alguien con un mínimo de atención objetiva (a falta de ella, desde luego, se puede escuchar y ver cualquier cosa donde sea),

e) atendiendo al contexto de la letra,
el homenaje a un francotirador en pleno estribillo es un monumental despropósito (hay que decir que interpretaciones deficientes como esta, en cantidad suficiente, bastarían para que alguien juzgue malograda cualquier obra, por meritoria que pueda ser),

f)
según ha expresado el autor de la canción, la frase correcta y original es ‘un disparo de nieve’, (*debido al enorme prejuicio que implica la necesidad misma de esta explicación, el presente inciso aparece relegado aunque debería tener total prelación y ser, de hecho, autosuficiente).

(VI)

Hay destellos ocasionales que permiten descubrir un boquete en una estructura de firme e inquebrantable fachada; como cuando llega uno a entender cierto tema hasta vislumbrar la fragilidad de la maestría que ostenta quien lo instruye, o como cuando se detecta el truco en una escena supuestamente espontánea… o cuando un analista de aspecto sólidamente racional libera alguna expresión que revela un poderoso impulso visceral, profundo, intrincado. Mauricio Schwarz, influyente productor de contenidos, seguido por un grupo de personas muy dispuestas a dar crédito a sus planteamientos (sin tamiz incluso, algunas), tiene el derecho soberano y legítimo de elegir las expresiones artísticas de su preferencia y de hacer públicos sus gustos, como toda la gente. Si en su video expusiera solo lo que consta después del minuto 7:35 no habría mucho que objetar, pero no se circunscribe al fuero interno de una persona sino que se extiende a aspectos sociales, musicales y hasta históricos, desde una perspectiva de la que cabría esperar un análisis escrupuloso; en tal caso la manifestación de quien percibe que aquí las ideas no se ajustan a los hechos, sino no al revés, también amerita exposición.

Sí, así lo creo.

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