POR UN IDIOMA SIN "IDIOMO"
Se ha extendido una manía
entre parlantes ladinos
de acuñarle el femenino
a quien nunca lo tendría,
si no tiene "dío" el día,
y el trigo no tiene "triga",
ni existen las "gobernantas",
tampoco las "estudiantas",
ni "hormigo" entre las hormigas.
Aunque lo intenten, comprar
con millones y "millonas"
un trono no tiene "trona"
ni "jaguara" has de llamar
a la hembra del jaguar,
y aunque el loro tenga Lora,
y tenga una flor la flora
mi lógica no se aplaca:
no tienen "vacos" las vacas
ni los toros tienen "toras".
Aunque las libras existan
con los libros no emparejan,
y tampoco se cotejan
suelos, que de suelas distan,
por mucho o "mucha" que insistan
mi mano no tiene "mana",
no tiene "rano" la rana
y foco no va con foca,
ni utilizando por boca
al masculino de Ana.
Autor desconocido
En cuanto a la intención:
El texto se propone desvirtuar la iniciativa de adaptar el lenguaje en pos de la visibilización femenina, haciendo un uso intensivo de (básica y exclusivamente) dos argumentos, falaces ambos: apelación a la tradición y apelación al ridículo. Todo el escrito es una dilatada lista de casos, casi en su totalidad absurdos y fuera de discusión, pretendiendo demostrar que lo único correcto es lo (supuestamente) tradicional, mientras que lo contrario es incorrecto, fútil y hasta inexistente. No aborda casos concretos ni intenta profundizar en el significado de las palabras y su etimología; ni siquiera parece tener noción de cuántas y cuáles de ellas son aceptadas formalmente por la Academia de la Lengua Española. La consulta del diccionario de la RAE demuestra que «gobernanta», «trona», «tora» y «rano» son voces formalmente aceptadas, y un pequeño razonamiento podría aun revelar un patrón de gran calado: el paso de una forma léxica originalmente masculina a una forma femenina suele degradar el concepto, pero no viceversa (un rano es simple y llanamente el macho de la rana, pero una gobernanta es apenas una mujer a cargo de la limpieza de un piso de hotel).
Cuando el propósito de un texto es solo la humilde guasa, requiere de pocos recursos y casi cualquier cosa es válida, pero si se pretenden analizar rigurosamente los géneros gramaticales se deberían considerar (muy por lo menos) aspectos como la relevancia social del sexo, así como la historia y la morfología de las palabras. No es imposible entender por qué no se emplea el femenino de animales como jaguar, escarabajo o cangrejo pero son fundamentales las dicotomías gata – gato, paloma – palomo, perro – perra, pato – pata, etc.; incluso es posible averiguar con poco esfuerzo (y quizá con cierto deleite) que el masculino de Ana es Anás o Ananías.
En cuanto a la forma:
- La composición pretende un estilo de décima octosilábica con rima ABBAACCDDC; no obstante la primera estrofa solo contiene 9 versos, como si el verso 7 (o el 6) no se hubiese logrado, quizá por falta de una palabra que rime con «triga» y «hormiga» (hay muchas: amiga, espiga, siga, etc.).
- Aunque la métrica de la décima suele ser rigurosa, en este texto varios versos son deficientes en cuanto a número de sílabas (el 10, por ejemplo).
- Hay expresiones inconexas y/o forzadas, como «si» en el verso 5, o todo el verso 23 («suelos, que de suelas distan»).
- La mayúscula en la palabra «Lora» muy probablemente es un error ortográfico.
- Las dicotomías son caóticas; a pesar de que se anuncian los femeninos espurios que “acuñan los parlantes ladinos”, se habla de «dío – día», ambos masculinos, de «flor – flora», ambos femeninos, y de «mana – mano» ambos femeninos (admitidos los sufijos -a y -o en el diminutivo, por cierto).
- Aunque el verso 18 refiere (con cierta fatuidad) una lógicainherente al texto, el sentido lógico es francamente ausente, o bien, raquítico. Si el argumento central es que para vaca no hay «vaco» ni para trigo «triga», cómodamente se le puede desmontar demostrando que los casos en los que hay términos radicalmente distintos para machos y hembras son más bien excepcionales (cerda, borrega, burra, ratona, leona, elefanta y camella son vocablos aceptados para referir femeninos, tal como rano, palomo, cabro, golondrino y zorro refieren a los machos de sus especies, por mencionar unos cuantos ejemplos).
- Suponiendo que el masculino de Ana fuera Ano, la expresión “utilizar por boca al Ano” resulta, además de incómodamente confusa, totalmente incoherente en su contexto.
En cuanto a la difusión:
POR UN IDIOMA SIN "IDIOMO" ha circulado en internet desde alrededor de 2017, a veces atribuido a Roberto Santamaria Betancourt, a veces sin atribución. Cuando se atribuye a R. Santamaría, invariablemente se refiere pomposamente su membresía al “Grupo de la Ortografía Española”. Este caso encaja con el patrón de materiales ideologizantes prácticamente anónimos que se cuelgan de títulos ostentosos e incluso de la fama de personas renombradas (no con poca frecuencia, aunque este no es el caso). Da la impresión de que desde su origen el texto no fue reivindicado por quien lo compuso y optó por el anonimato o la falsa atribución, concediéndole más valor como meme proselitista que como producto intelectual.
Comentarios