Eran los años de la dictadura… yo nací y crecí en aquel tiempo en que casi nadie podía hablar, ya fuera en la calle o aun dentro de casa, sin sentirse objeto de la maquinaria espía que el general Máximo Mirón, jefe del gobierno, había implementado a escala nacional después de un largo periodo de cruenta purga. Dos décadas después del golpe militar seguía viviendo con mis padres, en la parte más alta de un edificio que estaba a unos 200 metros de la alameda mayor de Osiaraple; nada menos que la ciudad donde había nacido El General. Cuando festejaron ahí el vigésimo aniversario de la llegada de los militares al mando, desde mi casa se alcanzaba a ver, en directo aunque a la distancia, la fastuosa celebración con que inauguraron el monumental busto de Mirón. En aquella ocasión únicamente podían transitar las calles cercanas a la alameda las personas más allegadas a la gente en el poder, pues el dispositivo de seguridad del estado se había propuesto eliminar cualquier posibilidad de irr...
¡Cuánto dicho parece joya al instante y espanta tras la reflexión...! ¿Qué implican esas dulces creencias?